jueves, 23 de septiembre de 2010

Mejor no hablar (de ciertas cosas)

Sumo tenía esa canción, bah tiene, que para mi gusto es muy buena.

Pero el tema viene pues esta mañana, en un ámbito frecuente pero no de amigos, digamos, relaté una anécdota y un señor muy circunspecto que forma parte de ella, por los 60 años, bien "deber parecer", me dijo "ah pero no, acá hay que hacer como en el primer mundo, no hay que hablar con la gente porque se te puede complicar la situación".

Caso 1) Para que se comprenda.
La anécdota versaba sobre un comentario sin importancia que yo hice en un comercio -dije que había estado 15 minutos esperando que me atendieran telefónicamente, en concordancia con el vendedor, que se quejaba que hacía media hora intentaba llamar a no sé donde-, y que un señor cliente para empezar, entendió mal (claro, como corresponde), y para seguir, comenzó con una arenga en voz bastante alta -casi a los gritos- sobre "¡Eso parece China, nos quieren hacer comunistas a todos, y encima se quejan de Fibertel!".
El vendedor y yo lo miramos, y el señor siguió, yo terminé mi compra, me fuí, y él, quedo gritando.

Caso 2) Paso por la esquina de la inmobiliaria de 53 y 9, y veo unas 6 personas mirando las persianas cerradas y leyendo un cartelito pegado impreso en con computadora y comentando "¡Qué barbaridá, qué barbaridá!" (así, con acento en la á, faltaba el "brasevisto" y quedaba completo.
Me detengo y leo el cartel. Decía "no sé que bla bla bla y la inmobiliaria está cerrada pues nos clausuró la AFIP por no tener la oblea pegada en el vidrio en un COMPORTAMIENTO TOTALMENTE TALIBAN bla bla bla". Las mayúsculas, son del cartel, no mías. Una señora se me acerca y me dice "¿Vió que barbaridá?" y yo le digo, "mire, que si a la inmobiliaria usted no trae todos los papelitos y si no tiene todas las firmas, también le cuelgan la galleta". Y la señora comenzó como el señor del kiosco, medio a los gritos, y yo me fuí caminando tranqui.

Caso 3) Y voy a un estudio jurídico y la abogada me dice, hablando de un tema ajeno a mí, así como pensando en voz alta "Ah, no, pero la Corte está loca, cada vez haciendo más boludeces, fijate lo que me enviaron, esto no puede ser, estoes selacabose", y me fuí diciendo que estaba apurada.

Entonces, yo que no coincido en casi nada con el señor circunspecto, ni siquiera en el gusto de la marca de café o de galletitas, me quedé pensando que realmente cada vez es más difícil hablar con un otro. Porque las posiciones están tan radicalizadas, que hablar con un otro implica exponerse a una caterva de denostaciones e insultos sobre cosas que uno piensa o cree no están tan mal, bah, que uno piensa diferente.
O a silencios incómodos si uno puede darse el lujo de que, apenas empiecen a vomitar, uno diga lo que piensa, y que por alguna situación de relativo poder momentáneo o conveniencia, el otro, esté obligado a callarse.
Es casi imposible comunicarse con los que no piensan como piensa uno. Y entonces, uno calla, y el que calla otorga, y está mal, pero no tengo ganas de vivir discutiendo, ni siquiera tengo ganas de discutir.
En los últimos años, rara vez la conversación de un otro extraño apunta a algo positivo. En general, son quejas, mal articuladas, peor expresadas, violentas, y generalmente, apuntando al que no corresponde.

Quizás lo esté viendo mal, pero considero que en el fondo es una repetición de cosas copiadas de la TV. Porque lo poco de TV que veo, se asemeja a eso. Veo casi nada de TV, si la enciendo, hay alguien peleándose o alguien intentando imponer su opinión con cara de orto, si señor, con cara de orto, porque si hay una particularidad en este modo de in-comunicación es que para decir las cosas hay que poner una cara de orto bien marcada.

Cuando trabajaba en "escritorio", digamos, había pegado un papel en el borde donde se podía sentar mi eventual interlocutor, hacia su lado, para que pudiera leerlo.
Decía: "Es sano enojarse con la persona correcta, en la medida justa, en el momento adecuado". Es de alguien, no recuerdo de quién, la choreé porque me pareció muy buena.
Pero claro, para enojarse con la persona correcta, hay que tener en claro qué es lo que nos genera el enojo, y si esa persona tiene o no tiene que ver. Para aplicar la medida justa de enojo, no hay que venir con una mochila de veneno, porque sino, se transforma en la gota de agua que colma el vaso. Y el momento adecuado... lamentablemente, y no , no es "todo el día" el momento adecuado para estar enojado.

Pueril lo mío, pero conectado con la realidad.

5 comentarios:

Sujeto dijo...

Hola Almita
Tristemente cierto lo que decís,todos podemos sacar de la vida diaria ejemplos y ejemplos del tenor de los que vos relatás.
Hace unos días hice un post donde se habla bastante de la queja, basado en un criterio de la cura de Freud: "pasar de la miseria neurótica al infortunio corriente": quien tiene una clausura por falta de papeles, es decir, está en falta, cambia de posición: ahora es la víctima de "este gobierno de mierda que..."
Yo limitado mis intercambios de manera drástica, y sobre política, ni te cuento.
Saludos

Unknown dijo...

estapa ideal compañera, para abusar de la dulce ironía...

Almita dijo...

estapa=estepa = lugar árido
excepcional lapsus, Manuel!

Sergio Andrés Rondán dijo...

A mi me pasa lo mismo, pero de ambos lados. Me he cruzado con gente que no veía hacia mucho tiempo y resultaron siendo afines a este proceso que estamos viviendo. Hay mucha gente como vos decís en la calle, pero también estamos nosotros che! Y somos un par :)

Yo trato de discutir siempre que puedo, por más que este discutiendo con una persona plagada de lugares comunes. Trato de hacerles entender que están repitiendo un discurso muy, muy gastado. Pero casi siempre terminas en la nada; ellos gritando, haciendo berrinches y yo, sentado muy tranquilo :D

el ojo con dientes dijo...

hermosa postal Almita, me hizo reir, me hizo pensar. Y es cierto la cultura Tinelli del grito y la burla y negación del otro ha ganado la discusión pública. El bruto cree que tiene razón por gritar más fuerte, por insultar a su interlocutor a la segunda frase.Yo creo, espero, que el 2011 se convierta en el triunfo de la mayoría silenciosa y respetuosa y que mande a estos energúmenos a sus casas.

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