sábado, 15 de noviembre de 2008

El ciempiés


Había una vez un ciempies que no podía mover ni una pata.
Cien patas tenía, y ninguna movía.
Miraba sus patas con desesperación; tantas, todas bonitas, todas inmóviles...
Parecía que para algo servían, pero el ciempiés, no lo sabía. Estaban allí, lindas, limpitas, prolijas, tan ordenadas... pero no les encontraba utilidad. Sabía el ciempies que las patas eran para andar, para desplazarse y moverse hacia donde quisiera. Sabía (no sabía como sabía, pero sabía) que desplazarse, usar esas patas, era ser libre. Y sabía (y no sabía como sabía, pero sabía) que ser libre era importante y bueno, benéfico, balsámico y pleno.
Pero las patas, no se movían.
Le decía a su cerebro: "por favor, mueve esas patas!!! quiero ser libre..." pero Cerebro, no respondía. Cerebro y Las Patas, parecían no tener conexión alguna que las uniera.
Y el ciempiés, en medio de este problema.
"¿Que voy a hacer con mis patas?", se preguntaba, un día tras otro.
El enviaba señales a Cerebro para que moviera Las Patas, pero Las Patas, no se movían.
Furioso, un día, se revolcó hasta lastimarse los anillos del lomo intentando moverse. Sentía ira, furia, rabia, contra Las Patas.
Lastimado, quedó tendido a un costadito, intentando curarse. Le dolía el lomo, le dolían Las Patas, y le dolía el alma. Quería moverse, desplazarse, y no podía.
Pasó una mariposa volando, y la envidió. El aire estaba cálido, y la mariposa planeaba y agitaba las alas alternadamente. "Las Alas son mejores que Las Patas", concluyó.
También concluyó que se estaba engañando, pero bueno, siguió engañándose, y envidiando las alas.
Un día se le dió por preguntarse si Las Patas serían el problema. Las miró, y las vió tan inermes, tan quietitas, que no supo bien porque, les otorgó calidad de bondad, y se dijo que quizás las patas, no eran el problema. Quizás el problema era Cerebro.
"No", se dijo, "pobre Cerebro, esas patas con su aspecto de bondad intentan confundirme. Cerebro está bien, el problema son Las Patas".
También se dijo que, otra vez, se estaba engañando.
Harto de engañarse, mientras envejecía tirado a un costado de todo, decidió poner manos a la obra, y dejar de culpar a Las Patas.
Entonces le dijo a Cerebro "Estas patas son mías, y debo moverlas, y entre ambos, vamos a moverlas" (el ciempiés mucho no creía en esta orden, pero quizás funcionara...)
Ha logrado, a la fecha, mover algunas patitas.
De hecho, no camina aún; pero al menos, ya las mueve, y algo, se arrastra.
El ciempiés cree que va a poder caminar algún día, y ser libre.
Yo no sé si va a caminar, pero sé que lo está intentando.
Es triste ver a un ciempiés que no sabe caminar; apena. Tantas patitas y no saber caminar... espero que no sea tarde para el ciempiés, ojalá no lo sea. Merece poder aprender. Merece ser entendido.
Merece una esperanzita por cada patita.

1 comentario:

Anónimo dijo...

linda historia y aunque un poco triste ya hay esperanza para el cimpies y para todos los q culpamos lo q sea por no aceptar nuestras responsabilidades en los problemas, cuando nos demos cuenta el grado de responsabilidad q nos corresponde podremos mover las paticas y encomendandonos a Dios arreglar nuestras vidas.

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