sábado, 13 de diciembre de 2008

Superficialidad y pseudointelectualidad en el cine

La crítica de cine, sea profesional o amateur, cuenta con dos tipos de personajes, a saber:


Los fiscales de lo superficial y defensores públicos de lo pseudointelectual.


¿Por qué unos fiscales y otros, defensores públicos? porque la diferencia entre un fiscal y un defensor público -ambos empleados del estado-, es el posicionamiento: el fiscal, defiende en nombre de "la nación" o "el pueblo", de un interés mayor o un bien común, y el defensor público defiende a quien decide no disponer que nadie que lo defienda, a quien supone no necesita defensa.
Los fiscales de lo superficial pueden salir con un cuchillo entre los dientes a defender "Planet Terror", de Tarantino, de la dupla "Grindhouse/Planet Terror".
Los defensores públicos de lo pseudointelectual, morirían o matarían por "Inland Empire", de David Lynch. O por "Amelie", en el género comedia.
Dejemos en el medio la gigantesca masa de películas que no merecen ser "defendidas", sino vistas, ya sea por su intrascendencia ("Zack and Miri Make a Porno"), o porque no necesitan defensa alguna porque nada de ellas es cuestionable ("La vida secreta de las palabras"), o porque son tan contundentes que quién se vá a poner a defender qué cosa ("He was a quiet man").
Quedémonos pues con aquellas que una parte de la crítica le pone un 2, o un 0, y la otra un 10, o un 9. Aquellas que cuando vemos una crítica decimos "o esto es fantástico, o es un reverendo aburrimiento de 3 horas". La experiencia me indica que siempre, por uno u otro motivo, estas películas no me gustan, no entran en mi esquema promedio. Me aburren por uno u otro motivo.


Los fiscales de lo superficial
No debería confundirse lo desprolijo, con lo deliberadamente caótico o con la escasez de recursos. O lo pobre con lo minimalista. O el resultado de una época por motivos muy específicos, con un estilo. Los fiscales de lo superficial mezclan todo, y extraen las conclusiones que desean.
Nadie con 1 (ya no dos) dedos de frente puede decir que "Planet Terror" es una obra de arte, o una buena película. El género bizarro fué el resultado de una época del cine, cuando las cámaras y los productos necesarios (iluminación, celuloide, pequeñas escenografías) se popularizaron llegando a más gente que intentó hacer cine, un cine que era experimental pero no por experimentar con el cine en sí -no "experimental onda Sundance"-, sino por la experiencia de intentar hacer cine. Cinéfilos consumados, que lograron llegar a tener una cámara en sus manos, y comenzaron a hacer películas. Podemos decir que comenzó con Ed Wood -en 1953, recolectando pedazos de celuloide de películas grabadas descartadas en un tarro de basura fuera del estudio, y concluyó a principios de los '70, con la Blackexplotation. Películas de bajo presupuesto porque no había dinero, no porque no había intención de poner más dinero.
Hecha esa disquisición, hay quienes pretenden elevar al lugar de "obra de arte" a películas más bien pobres y desprolijas, que minimalistas y escasas de recursos.
Resultan increíbles los argumentos que encuentran. Inadmisibles, diría.
Forrest Gump, supuestamente comedia, me resulta triste, muy triste. No es Zelig, a la cual quizás copia descaradamente.
Tarantino, para mi gusto, es uno hasta 1994, y otro, a partir de 1995. Hay un antes y un después de Pulp Fiction.
Antes de Pulp Fiction, era como Ed Wood. Poco presupuesto, buscar actores baratos o pasados de moda, e intentar filmar en locaciones que conseguía prestadas. Un cine "experimental" minimalista por falta de recursos, pletórico de ideas que no se podían concretar a la perfección, cayendo en el ridículo, ese ingrediente imprescindible de lo bizarro, sin el cual, no existe.
A partir de que Tarantino tiene su primer éxito de taquilla, y por ende, recursos, ya no se puede alabar que continúe haciendo ESE cine. Debería haber evolucionado hacia hacer cine CON recursos y sin ridículo, y buen cine. Pero se quedó allí, intentando reproducir pobreza y escasez donde no la había, haciendo un cine independiente de mentirita, produciendo filmes malos, no bizarros, simplemente malos ("Hostel").
Comprendo que a algunos de que quienes fueron al cine entre 1960 y 1975, sean fans de lo bizarro, porque en las matinés (3 películas) se exhibía siempre una película bizarra. Entonces, a algunos de nosotros, que vivimos esa época, nos suena a revival. Explicado: te hace recordar a tu niñez o adolescencia, te retrotrae, y le otorgás el valor de la memoria y el recuerdo, alguno diría, el homenaje.
Ahora bien: quien no vivió esas matinés y no tiene ese recuerdo, ¿qué podría ver en "La tiendita del horror" versión original? Sólo una película mala, muy mala.
Es lo mismo que no puede ver quien no concurrió falsificando un documento a ver alguna película de Isabel Sarli. La Coca tuvo el valor que tuvo por aquellos para quien La Coca era el único pedazo de "carne" que podían ver en ese momento. Un recuerdo de una transgresión y un encuentro frontal con el sexo en una pantalla. Toda una aventura. Alguien que vá y alquila una película de IS sólo puede ver una mala película.

Los defensores públicos de lo pseudointelectual
Lo críptico nunca es necesariamente genial, eso considero. Los haikus son de alguna manera crípticos, y los hay geniales y patéticos. Una película críptica, incomprensible para la mayoría del público que la vá a ver (no los que no la van a ver, los que la ven; los que de algún modo nos dicen que le despierta interés, que se animan a sentarse tres horas a ver "Luz silenciosa" de Carlos Reygadas), nadie puede negarlo, es fundamentalmente algo aburrido. Escenas largas, innecesarias, porque no vamos a entender mejor a los menonitas mexicanos por pasar 80 segundos contemplativos como un menonita, eso sería una forma de creer que 80 segundos con cualquier ser social nos dice mucho o todo sobre ese ser, y sabemos que no es verdad. Aburrido no es genial. Algo aburrido es solamente eso, algo aburrido.
Los conejos de Inland Empire, los conejos... se ha hablado de esos conejos hasta el hartazgo. "Significan esto".... "No, no, significan aquello!". Y ese es el problema, que se habla.
Cuando una obra de arte surrealista o cubista es realmente arte, nadie anda discutiendo verbalmente lo que significa. Se sobreentiende que cada uno entenderá o discernirá "x" cosa, y para eso fué hecha; para abrir la mente a nuevas viejas sensaciones, para sacudir lo interno. Uno vé "Guernica" y no anda parloteando y discutiendo qué quiso decir Picasso. Entiende lo que uno entiende, y vamos, alcanza y sobra.
Los DF de los pseudointelectual se ven obligados moralmente a salir a gritar a los cuatro vientos la genialidad del producto/obra que defienden, como cruzados obesionados con la necesidad de defensa de la obra, que en realidad, pocas personas ponen empeño en atacar, escuchándose como mucho un lacónico "no la terminé de ver, me aburrió", o si fué al cine "que porquería, tiré el dinero de la entrada a la basura". Como delirantes cruzados de ojos desorbitados y espadas refulgentes, salen desesperados a vender "las bondades del producto". En el camino, pierden cualquier clase de dignidad o moral, o respeto intelectual que uno les pudiera tener previamente. Es tan salvaje la defensa -defensa ante un ataque que no existe, lo cual sería una forma de paranoia, ¿no?-, que uno los pasa a considerar "delirantes poco creíbles". Siempre he considerado que la hipocresía es la forma más perversa de la imbecilidad; ¿estarán siendo hipócritas?. En tal caso, pasan más bien por imbéciles.


Intervalo.
No tengo ganas ni tiempo para discutir con nadie la antigua pseudo polémica basada en que despreciar lo pseudointelectual porque resulta aburrido, es algo que importa y vale la pena.
Tampoco, en trenzarme en la pseudo polémica basada en que despreciar lo bizarro por malo es de persona "que no entiende el concepto".
Por arte de magia las cosas no se transforman en buenas y nutricias. Lo malo y vacío es malo y vacío, le busquemos la vuelta que le busquemos.
Aunque el mejor crítico del mundo lo diga, si una película no puede atraparme ni 20 minutos, es mala, y en parte, es vacía.
Porque precisamente en retener la atención del espectador es en lo que reside la magia y el encanto del cine; el no estar mirando el reloj cada 10 minutos, el no parar el reproductor 25 veces en 90 minutos, nos habla de algo que nos atrapa, nos mimetiza y nos permite hacer catarsis.
Y el teatro, padre del cine, se basa en ello: poder hacer catarsis, poder "meterse" en lo que uno está viendo y sentirse parte. Tensarse, relajarse, pensar, reflexionar.


Epílogo (como toda BUENA película)
Una experiencia catártica, es una experiencia que, provocada por un estímulo externo, proviene de nuestro interior, y debería ser purificadora. Una purga.
En la tragedia, según Aristóteles, la catarsis era el efecto que provocaba en los espectadores, dado que tocaba dos puntos claves: la piedad y el terror. Era la purificación psicológica de la piedad y el terror propios.
En la comedia, la catarsis debería lograr que la persona ría al sentir una amenaza de sus capacidades de controlar el entorno y a las personas que habitan en él, y llegar hasta a dudar de la capacidad de controlar sus pensamientos y deseos. Con grandes contradicciones, si dicha amenaza se torna muy real, no convoca risa. El espectador, no ríe. La balanza debe oscilar entre ser una amenaza abrumadora, y paralelamente, equivaler a nada. Esto explica el devastador éxito del humor implementado en el cine de los hermanos Marx, o de Chaplin.
Retomando para cerrar los ejemplos del principio, desde la tragedia; Inland Empire o Luz Silenciosa, no convocan ni a mi piedad ni a mi terror. Y como no puedo expurgarlos, no puedo hacer catarsis. Menos que menos Planet Terror, pues es un terror tan pasado de rosca que no resulta amenaza alguna. Ni hablar de las películas de zombies.
Desde la comedia, "Amelie" no me convoca a risa. Ese "Fabuloso destino de Amelie Poulain" no me resulta gracioso, sólo casi en el borde del delirio mental, casi en una patología. Simplemente, naïf. "Zelig" ES comedia, pues equilibra la balanza a la perfección: mueve la balanza permanentemente, haciendola oscilar de tal modo, que la amenaza, jamás es real. "Forrest Gump" se queda corta, y hasta cuesta reírse de un personaje que uno vé como discapacitado mental. Roza, -mal, muy mal- el humor negro.


A veces, al leer las críticas, es dable preguntarse si más que ante una defensa en pro de la comprensión de determinados productos artísticos, no estamos ante una descarada reivindicación de lo absolutamente vacío.
La ausencia absoluta de inteligencia, complejidad seria -no complejidad absurda- y sutileza jamás han garantizado una buena obra de arte. Más bien, lo contrario.

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