La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) resolvió expulsar a Elisa Carrió por sus críticas al proyecto oficial sobre la obtención de muestras de ADN de posibles hijos de desaparecidos, una iniciativa que respaldan organismos como Abuelas de Plaza de Mayo.
El organismo, uno de los más antiguos del país en la defensa de los Derechos Humanos, reaccionó así luego de que Carrió tildara a esa iniciativa de "fascista".La líder de la Coalición Cívica dijo que el proyecto apunta a concretar una "venganza" contra la dueña del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble.En la actualidad se sigue una causa en la que una de las partes busca determinar la identidad de sus hijos adoptivos.
Y, hay una parte que es complicada, y otra que no. Vayamos primero por la más simple.
La acusación de Lilita Carrió al tildar de "fascista" a la iniciativa, es intolerable. No se puede tolerar. No se puede acusar de fascista.
La segunda parte, es más compleja.
El análisis obligatorio de ADN se interna en un terreno muy espinoso.
Habría que empezar por establecer que hay gradaciones de víctimas. Están los padres desaparecidos, están los nietos apropiados, y están las abuelas, buscándolos.
Considero que un adulto, aún sabiéndose adoptado, tendría que tener la libertad de optar por entregar su muestra de ADN, o no hacerlo. Uno puede no querer conocer sus orígenes. Por lógica, si es legítimo querer conocer los orígenes, también debería ser legítimo no querer conocerlos.
Considero que los familiares merecen respuestas, que debe ser durísimo no saber quién es el nieto de uno. Y comprendo que jurídicamente, la libertad individual no es un valor absoluto. Que por encima de ella, prima el bienestar general.
El gobierno argentino suscribió un acuerdo con la CIDH, y esas cosas, deben ser cumplidas.
También está bien claro que aquellos padres que recibieron niños en adopción mediante métodos fraudulentos, deberían colaborar, deberían apoyar esta medida, ya no por una cuestión de color político o ideológico, sino porque para un hijo siempre debería ser bueno conocer su orígen, y porque ellos colaboraron al aceptar esos niños a la situación actual, son parte integrante.
Pero comprendo que es un problema complejísimo. Es el problema que siempre se dá cuando la ciencia avanza más allá de lo que el ser humano avanza. Se tienen los métodos, pero no es posible aplicarlos, o su aplicación, para algunos, resulta agraviante.
Habría que ver si una persona, a los 30 años, un adulto ya, puede encarar su verdadero origen, si tiene los instrumentos con los cuales encararlo. Si no los posee, la obligatoriedad es cuestionable.
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