No se vé que nadie diga que está mal dar $ 180 por hijo a los pobres. Se cuestiona el tema de dónde surgen los fondos, pero en principio, nadie dice "no hay que darles un soto".
Julio Blanck, en Clarín, aporta algo. Nada nuevo, más bien los "clásicos". Como dice la frase, "Para novedades, los clásicos".
El tema en sí no debería ser cuestionable. Si alguien pasa hambre, habría que darle algo para que coma. Más, si es un niño.
Pero, a falta de mejores -o más sinceras, desde el alma- opiniones, repiten las palabras de costumbres. "Clientelismo".
Todo vá a parar al mismo lugar, al lugar común. O sea, no es cuestión si el niño pasa hambre o no pasa hambre, sino que el padre / madre / tutor o encargado se gasta el dinero en otra cosa.
Digamos que nada de esto es novedad.
Es incomprensible la lectura de que supuestamente la Asignación Universal (los $ 180) traerán aparejados la creación de 5 nuevos hijos por familia. No resiste el menor análisis que con 180 mangos al mes, no come nadie. Si hay algo que desconcierta, es que en medio de este clima político, el actual, el Gobierno impulse esta medida, y no haya mayor oposición.
Si hay algo que desconcierta, es que quienes se oponen a que una familia reciba $ 180 por hijo -hasta cinco hijos- no salga a decir las barbaridades que siente y piensa, que sólo aparecen por foros.
Si hay algo que desconcierta, es que no tienen una "avant garde" que pueda salir a defenestrar esto. Que son tan de cartón y tan de escenografía, que nadie sale a oponerse, sabiendo que oponerse sería la inmolación total, porque nadie puede estar en contra de que un niño coma., porque ninguno tiene los huevos de decir en pantalla que los padres se emborracharán con ese dinero, o comprarán Nike, o se lo gastarán en paco, porque carecen de otro fundamento que no sea el prejuicio, el larvado y acendrado prejuicio social. La hegemonía cultural.
Porque una cosa es pensarlo o suponerlo, y otra muy diferente, poner la carucha y decirlo.
Pareciera que lo que más les molesta, es que nadie tenga los huevos para salir a poner petardos y decir lo que todos piensan pero, cara a cámara, se callan. Que los negros no se merecen eso. Que no hay que dárselos, y que si la Unión Europea lo dá, es otra cosa, porque se los dá a los europeos.
Es jodido pretender ser oposición cuando no se cuenta con soldados de lucha, sino con acartonados empresarios que juegan a ser políticos, a falta de mejor diversión a obtener, y agotadas las instancias de deseos sexaules ya satisfechos, y por ende, descartables.
Es imposible jugar ajedrez sin peones, cuando no hay vanguardia popular que apoye y defienda posiciones. Sólo queda mandar el alfil al frente, y el alfil, quizás esté esquiando en Aspen, y no pueda concurrir a la cita.
Cuando no hay pueblo, no hay. Es una realidad, y debería ser un dato a tener en cuenta.
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