viernes, 26 de mayo de 2006

Nada de lo habitual: Espacio Urbano, modernismo, postmodernismo, postestructuralismo

Desde mi mirada de arquitecta, desde esa mirada, desde la apreciación y los modos de apropiación del espacio urbano en el presente, es la intersección entre recta y plano desde donde me instalaré para escribir estas ideas.
La agenda intelectual mundial se ha transformado por completo, y ha mutado. Los problemas globales encabezan la agenda, pero como la propia agenda personal de cada uno de nosotros, ese ítem es el que uno reescribe día a día, y nunca es posible tacharlo. Exclusión, medio ambiente, falta de estabilidad financiera, desempleo, racismo, deudas externas, las corporaciones y los estados dominando las instituciones internacionales que deberían velar por los intereses de todos. Repensar el uso y apropiación del espacio urbano, quizás también permita leer las entretelas de como se vive y se piensa hoy, como evolucionar, por donde hay una grieta o un recodo. Deben considerarse muy especialmente que las corrientes filosóficas afectan el desarrollo de la arquitectura, y por ende, es necesario instalarse allí para analizar los hechos construídos (o los no construídos y adeudados; también aplica).


Repasemos (o veamos) cuales han sido las variables en la arquitectura a las que aludo en el título:

- Modernismo: Podríamos decir dos frases, y diríamos todo: "International Style" (Estilo internacional) y "La máquina de habitar". Cualquier propuesta que sea válida para absolutamente cualquier lugar de la faz de la tierra, es válida. La arquitectura de la innovación es la única válida. Cortar con el neoclasicisimo imperante en el siglo XIX, olvidar el revival de las formas greco-romanas, e innovar, innovar e innovar. Obviamente, esta corriente prescindía de:
a) el color local: el "locus", el espíritu de cada lugar, y su historia. Prescindir de la historia es mínimamente, imprudente;
b) las diversidades: eran negadas de plano, y por ende, una construcción con techo plano (de losa) era tan válida para la India (con monzones que traen lluvias de meses, y ninguna losa soporta sin filtrarse) como para Estocolmo (donde la nieve acumulada provocaría su desplome salvo que estuviera exageradamente sobredimensionada)
c) Innovar, es de genios. Esto es, ante la propuesta de "lo único válido es la innovación", era evidente que sólo se podrían cosechar innumerables productos desastrosos (supuestamente creativos), y dos o tres genialidades válidas;
d) el ser humano: la máquina de habitar, no es lo que un ser humano generalmente busca. Las máquinas en las fábricas, que ese es su lugar; para los seres humanos, hogares, espacios urbanos asequibles y cobijantes, propuestas que convoquen, protección, lar, "techo".


Está definido por las formas puras, racionales, hiperracionales cabría decir. La forma hace a la función, y quien habita o usa, poco importa. Los materiales son prevalentes por sí mismos, sin considerar si resultan o no apropiados para el hombre; deben ser funcionales a la forma. Deben ser hechos. Si algo define al modernismo, es la incapacidad de interpretación; dicho más claramente, nadie puede hacer una interpretación personal del hecho construído, o del espacio urbano generado. Simplemente, ES. Es un facto. Podrá agradarnos estéticamente o no, pero no genera en el otro posibilidad alguna de interacción.
Su documento emblemático es la Carta de Atenas, suscripta por Le Corbusier en 1933, donde proponía la ciudad ideal: dividida en cuatro zonas, destinadas a vivienda, ocio, desplazamiento y trabajo. La única "ciudad ideal" que llegó a materializar fue Chandigarh (1950/1965), en la India.
Casi teológico y al borde de lo autoritario, era el compromiso que el movimiento tenía con la innovación, el progreso y la crítica de las vanguardias artísticas, intelectuales y sociales.
Identificadores estéticos son neotipologías edicilias ("inventar" tipologías para cada tema arquitectónico, negándose de plano a cualquier tipología del pasado por más que fuera eficaz), falta absoluta de ornamentación, pureza y simpleza de formas, monotecnologías constructivas (hormigón armado + vidrio + hierro era la receta), y desde el punto de vista urbano, la calle y los espacios abiertos como lugares de mero paso, sin valor alguno, feos adrede, residuos de los hechos construídos. La ciudad, la "máquina de vivir", era un mero espacio de tránsito.
Lejos estaban las ideas originales de Ruskin y Morris; democratizar la belleza, en el sentido que hasta los objetos más cotidianos e intrascendentes pudieran ser bellos (la "socialización del arte"), aprovechando las consecuencias de la revolución industrial en cuanto a los métodos de producción masivos. La realidad superó a la teoría, y el movimiento devino en una forma de absolutismo estético y social, del cual sólo unos pocos iluminados poseían las claves de su supuesto entendimiento. La oposición de lo latino a lo anglosajón es su exponente más desenmascarante.
En las letras, el personaje de la "femme fatal" que conduce a los hombres al placer y luego a la muerte, es netamente unívoco: hay un sólo pensamiento válido, y es este. No hay héroes, sólo seres vulgares y repulsivos, carentes de afectos. La búsqueda del sentido de la vida es un problema para el personaje, amenazado por un mundo trastocado y tecnificado. La realidad originaria, natural del hombre, desaparece. La capacidad de interpretación, ha desaparecido, y todos los hombres han de pensar igual de los mismos temas.
Lo importante son los hechos, las interpretaciones que los individuos puedan realizar de los hechos son totalmente inferiores a los hechos en sí.
Implica adherir fuertemente a una ética rígida e intransgredible; existen cosas malas y cosas buenas, y están pautadas y catalogadas. Quien comete algo, lo hace a sabiendas, y no puede huír de expiar la culpa por el hecho cometido, pues es -como individuo- total y absolutamente conciente de sus actos. Es "lo imperdonable". Es un planteo de sociedad donde el crimen siempre paga, y el marco de relación es ese: concreto, pautado, objetivo.

- Postmodernismo: imprescindible e imposible no aclarar que en la arquitectura, "postmodernista" se refiere o designa distintos movimientos que fueron posteriores al modernismo, y que se oponen a él, pretendiendo superarlo. Distinto es el caso de la sociología, donde la postmodernización o lo postmoderno se refiere en general a procesos culturales que se desarrollaron entre los '70 y los '90. En algunas ocasiones, inclusive, es frecuente trenzarse en discusiones carentes de todo sentido, cuando alguien habla desde las artes, y el interlocutor, desde lo social. Son dos posiciones casi antagónicas, pues ambas tomaron idéntica denominación, cuando el sentido de fondo, es casi inverso. Sólo genera confusión. En el espacio teórico contemporáneo, es una cuestión abierta el vínculo entre filosofía postmodernista y cultura postmodernista.
Aclarado esto, puede continuarse hablando.
El fracaso del proyecto modernista (ver Carta de Atenas) en cuanto a lograr la emancipación de la humanidad a través del "cómo vivir" dictado por los duques blancos desde un tablero de dibujo, y la demostración acabada de que ese proyecto no es posible ni alcanzable en las condiciones actuales (cocinas y baños comunes a un edificio son de lo más racional, pero no es lo que los individuos (individuos, precisamente) del presente desean, sino su propio "hogar"), llevó a distintas corrientes opositoras a compartir un parecido de familia común basado en la idea de una renovación radical que defendiera la hibridación, el descentramiento de la autoridad intelectual y científica, la cultura popular y de masas, y la desconfianza acérrima ante lo que se denominaba "los grandes relatos".
Los "grandes relatos" eran denominados los discursos multiabarcadores y totalizantes, autoritarios, en los que un grupo "asume" la comprensión de hechos de carácter histórico, social, científico y cultural en forma absolutista, dando respuesta y solución a toda contingencia. Ciertas formas del marxismo, fundamentalmente las más hegelóficas, fueron por ende rechazadas por el postmodernismo, denominándolas "el gran mito moderno".
En el aspecto estético, pueden hallarse comunes denominadores: tipologías edilicias rescatadas del pasado greco-romano o renacentista, la ornamentación, el abigarramiento o yuxtaposición de formas como oposición a las formas limpias y puras de la arquitectura racionalista, la hi-tech combinada con monumentalidad de formas, un neoeclecticismo muy particular donde se toman prestadas formas a todos los períodos de la historia y se entremezclan, formando un collage de estilos, y fundamentalmente desde el punto de vista urbano, la recuperación de la calle, de la plaza, del espacio de convocatoria.
Pienso en las letras, y creo que es posible decir que si Gregorio Samsa fue el primer protagonista de las letras postmodernas, probablemente, Harry Potter sea el último. Una infinitamente interpretable cucaracha humana, y un cuasi mago Merlín, en los extremos. Reaparecen los afectos, también la magia (porqué no) y la capacidad de interpretar de mil modos diferentes la realidad. Tantos, como individuos existan.
Lo importante no son los hechos, sino las interpretaciones que los individuos puedan realizar de los hechos.
Todo esto, me parece importante resaltarlo, no implica carencia de una ética de valores en el sentido moral, sino por el contrario, es una ética donde nada es totalmente malo o totalmente bueno, pues nada es absoluto. Es la ausencia de la "culpa" occidental y judeocristiana; es su síntoma social más significativo, donde un nuevo orden de interpretación de los valores genera una nueva forma de relacionarse, en el marco de esta realidad tan incierta, y el futuro más incierto aún. Es, resumidamente, lo subjetivo.

- Postestructuralismo
Contemporáneo en parte con el postmodernismo, cursa el postestructuralismo, y si hay algo que enardece a quienes podríamos denominar "postestructuralistas", es que los denominen así. Término problemático si existen, no poseen un trabajo en particular que los una bajo una doctrina común (como sucedía con los estructuralistas) y ello, conforma un caos mayor aún. Los denominados "pandilla de los cuatro", Barthes, Lévi-Strauss, Foucault y Lacan, detestarían ser así denominados. Si a nivel filosófico el estructuralismo intentaba encontrar un metalenguaje autosuficiente, capaz de ser generalizable, sin el problema que convenir cada término conllevaba, ese repudio intrínseco a la dualidad se traslada a la arquitectura con fuerza de presencia y genera un resultado indeseado: se descarta la dualidad urbano/rural, ciudad/campo, público/privado, artificial/natural, trabajo/lúdico, y las fronteras entre estos conceptos se consideran desaparecidas o mutadas.
Nótese que en este punto, es similar a lo que sucede con el postmodernismo: aquellas bondades para la interpretación filosófica, son pesadillas en la interpretación arquitectónica o viceversa, como veremos ahora.
Aparecen así en la arquitectura, por ejemplo, los countries (ciudades nuevas en el campo); una visión postestructuralista de la ciudad. Podemos hacer una ciudad en pleno campo, porque tecnológicamente es posible, y la gente que allí viva sentirá que vive en una ciudad (ex. Nordelta). Podemos crear una ciudad, y como podemos, la haremos. Aunque sea una ciudad artificial, sin historia, construída toda de una vez, con nombre de fantasía -sin gentilicio posible- y alejada de todo lo que nos preocupe o atemorice. Casi una película, una foto retocada con Photoshop. Un momento Kodak, pero obviamente, para muy muy pocos. También ingresan en esta innovación los barrios cerrados (cotos dentro de las ciudades ya existentes), y las "ciudades exóticas": la capital de Dubai, por ejemplo. Un vergel en un desierto.
Las unen, a todas ellas, un mismo criterio: la exclusión lisa y llana de quien no "pertenece". Como en las primeras ciudades (Palmanova, por ejemplo), quien esté fuera de la muralla, no existe. Y la llave de la puerta de la muralla, la tiene el poderoso, que a piaccere decide quien pertenece, y quien no.
En el aspecto estético, hay un denominador básico: la casa Pulte, por catálogo. Hay que garantizar a todos los poseedores de un pedacito del country que la casa de al lado, o de enfrente, será igual de "bella" que la de él; nada mejor que el catálogo. Si está en el catálogo, es aceptable, y no hay margen de duda. O en su defecto, el "listado de profesionales". Si está en el listado, es aceptable; sino, no.
Hay denominadores parciales: la ornamentación es greco romana, como representación del poder absoluto, o por el contrario, la modernista; tan pura que sea incuestionable. La casa debe parecer antigua, sólida, segura y hogareña. O si tomamos la vertiente racional, será ascética, monacal. Lo que no debe ser es innovadora o cuestionable, híbrida o étnica, heterogenea. Unívoca, sin posibilidad de confusión o malos entendidos. O es una cosa o es otra, pero es eso, sólo eso, sin posibles tergiversaciones.
Los espacios comunes (golf, club house, calles internas, colegio, jardines), son espacios de contemplación, más no de uso. Es decir, deben ser "invadidos" lo menos posible, a fin que conserven esa imágen perfecta que poseen. Son espacios comunes, sí; más su objetivo, no es el encuentro, no es la convocatoria. Son para ser admirados, más no usados. Son como el césped de Temaiken; bellísimo, pero impisable.
"Como la ciudad es horrenda e insegura, nos refugiamos en la ciudad que creamos para nosotros". No cabe la más mínima reflexión social abarcativa: si ponemos todas esas casas en la ciudad fea y horrible, será más bella, y por efecto derramante, probablemente, mejorará.
Si a las letras nos referimos, y más allá de no haberla leído, apuesto ciegamente a que en las letras, El Código Da Vinci, debe reflejarse claramente: es esto, y nada más que esto. No cabe duda alguna.
Lo importante es que ningún individuo interprete nada; nada debe quedar librado al azar. Todo está "codificado" finamente para que no haya interpretaciones diferentes posibles. El cartel con el número de la casa a la que vá el visitante, es el non plus ultra de la codificación.
Otra vez la ética de lo absoluto.

Han desaparecido, entonces, nuevamente "la ciudad" y el "espacio urbano" como temas, reeditándose, en formas y figuras extrañamente similares a las existentes antes de que existieran las ciudades, esto es, en el Medioevo, en la Edad Oscura.
En aquella época, o se estaba a salvo dentro del castillo (de piedra, con foso y en lo posible, con cocodrilos -si el clima local ayudaba-) o se estaba en el campo, a merced de los bárbaros. La similitud actual la dejo por cuenta de quien lea.

Arquitectónicamente vivimos una Neo Posmodernidad, o una PostPostmodernidad, si hablaramos secuencialmente, y en cuanto a la evolución de lo urbano como tema en sí. Si nos referimos a las ciudades preexistentes, un simple paseo nos ubica en un NeoBarroco absolutamente ecléctico, donde los espacios han sido despojados de su sentido, y reemplazados por otros sentidos que han sido otorgados "por decreto": Puerto Madero es un área gastronómica y/o nocturna (y no un puerto, pese a que esté junto al río y se denomine "puerto"), y Palermo Hollywood / Palermo Soho nos advierte por su nombre que no encontraremos un Palermo nostálgico e hípico, sino algo lleno de ruido y neón.
Los espacios urbanos (la calle, la plaza) retomaron sus funciones modernas de exclusivo tránsito y tráfico, y los parques, aquellos parques de asoleamientos y verde, devinieron en mercados persas donde los que no alcanzan a vivir con lo que ganan, buscan una fuente de ingresos extra.
Son épocas de encuentros concertados; voy a la Plaza si me llevan, voy al parque a comprar mercancías, voy a la calle para trasladarme desde x / hasta y. Ciudades inventadas, países mágicos salidos de Las Mil y una Noches (Dubai), calles decoradas sólo para turistas, donde hasta puedo encontrar un pequeño puntito de pobreza (el puestito de Castells) como para decir "... y ví y olí a los pobres".
Encerrados en nuestras casas, vemos televisión, escuchamos música, navegamos por la red o disfrutamos la vista del jardín (no salgamos que hay mosquitos). Poca gente viene, poca gente vá, porque ¿dónde hemos de estar mejor que en casa? así nos indican los multimedios, en casa, se está mejor que en ningún otro lugar.
Instalados en el NeoMedioevo, habrá que esperar que pase otra vez la Edad Oscura; el dinamismo global, probablemente, hará que sea un lapso inferior a los 400 años que llevó el anterior.


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